“Quiero, pero no puedo” es una frase harto
expresada entre personas que no logran profundizar un cambio en su vida o
bien conseguir algo muy deseado. Pasos a seguir para
pasar de la inacción a la acción y qué hacer cuando el resultado no es el ansiado
Por diferentes razones, las personas llegan a momentos de su vida en
donde comienzan con una serie de interrogantes existenciales,
relacionados con quiénes son: si son felices,
si alcanzaron las metas que soñaron en
su juventud, si las conductas de su vida cotidiana los satisfacen.
Citamos algunos de estos cuestionamientos como ejemplos de un sinnúmero
de preguntas, de una gran cadena de cuestionamientos que recorren en una
persona cada uno de sus roles y áreas personales.
Las preguntas son, de alguna manera, la expresión racional de una
necesidad emocional que la persona está atravesando en su vida, que
indica que
hay que hacer un cambio.
Uno puede llegar al cambio por las experiencias vitales o en el peor
de los casos cuando la persona se mantuvo muy alejada de sus deseos
personales y emociones más profundas. En cuanto a su sentido de la vida,
pueden entrar en la posibilidad del cambio o producirlo inminentemente
cuando la necesidad del cambio se expresa mediante el cuerpo. Es común
que las personas que no están pudiendo enfrentar un cambio, presente
síntomas orgánicos y/o psicológicos.
Es sabido y comprobado por la psicología que
cambiar es posible. Pero para algunas personas, para poder realizar el cambio, necesitan estar contenidos y apoyados para poder generarlo.
Algunas de las limitaciones que se presentan para producir el cambio
en la vida de una persona son las creencias erróneas que se tienen sobre
que significa cambiar. Las más frecuentes que limitan el cambio pueden
ser nuestras percepciones. Solemos elegir la forma que más cómodamente
se adapta a nuestra comprensión de la realidad y nos cuesta cambiarla.
La
rigidez de nuestras creencias, nuestros hábitos,
costumbres y rutinas. Sobre esto y sobre la incomodidad e inseguridad
que nos da la baja autoestima, inseguridad y temor a lo desconocido.
Todas estas barreras que son productos de ideas y emociones irracionales de nuestro mundo interior, tienen un origen en algún lugar la historia personal de cada uno pero, a pesar de esto, es desconocido por muchos.
Por todo ello, es frecuente que escuchemos de las personas la frase
“quiero, pero no puedo”.
Para poder decirlo sintéticamente, todos tenemos en nuestro interior
una parte sana que invita a recorrer el camino del cambio pero ella se
enfrenta con la
parte limitante que actúa como una polaridad dentro de cada una de las persona, haciéndole sentir que no pueden cambiar y quieren.
Esta idea errónea, repetida una y otra vez, por minutos, horas, días,
semanas, meses y años en la vida de una persona, terminan paralizándola
y sólo queda lamentándose de todo lo que quiere para su vida pero no
puede lograr.
Así
se daña profundamente su autoestima. A veces
perjudica las relaciones interpersonales, ya que un comportamiento
inadecuado altera los vínculos. Esto produce un efecto a aquellos que
quieren cambiar y sienten que no pueden, repiten una y otra vez falsas
promesas: ya lo cambiaré y el tiempo pasa y la conducta sigue siendo la
misma.
La mejor salida para generar el cambio es tener coraje y creatividad,
tomar fuerzas, buscar ayuda, entender que se pude salir de la
sensación de querer pero no poder.
Los seres humanos somos una fuente de poder, y energía ilimitada.
El pequeño problema pasa porque no creemos que así sea.
La posibilidad del cambio no está en las palabras sino en la emociones y más aún en la conducta.
Una acción nueva puede generar muchas más fuerza interna que la
creencia mágica que el cambio nos caerá del cielo o un mago no tocará
con la varita mágica.
Hay que
proponerse pequeños objetivos, eliminar las excusas y tener pequeñas acciones todos los días para provocar el gran cambio que se está buscando.
Cómo ponerlo en práctica
Pero, ¿cuáles serían los pasos a seguir a la hora de poner en
práctica un proyecto? Cuando se comienza con la elaboración y puesta en
práctica de cualquier proyecto, es importante
tener en cuenta algunas variables:
- Establecer una estrategia o plan a seguir.
- Identificar los objetivos a corto, mediano y largo plazo que permitirán implementar mi proyecto.
- Elaborar lo más detalladamente posible los pasos a seguir para lograr esos objetivos propuestos
- Tomar conciencia acerca de cuáles son mis recursos positivos y
fortalezas (mis cualidades positivas) y conocer aquellos aspectos en los
cuales siento que tengo más dificultades. Poder modificar aquello que
impide o frena en el logro de los objetivos.
- Tener una actitud proactiva y constancia en el trabajo diario.
- Llevar una agenda colocando los objetivos y tareas diarias que debemos que realizar.
- Pedir colaboración, no sólo técnica e instrumental sino también apoyo y contención desde lo emocional.
Ahora bien, puede ocurrir que, así y todo, las primeras respuestas sean adversas. Por lo que, en primera instancia,
es importante nunca perder de vista el objetivo final, aquello que se quiere lograr.
En el momento que identificamos aquello que queremos, podremos encontrar los caminos y herramientas para cumplirlo.
En el caso que surjan,
cambiar creencias negativas y evitar tener un pensamiento negativo
acerca de nuestro futuro. Por ejemplo, ante una respuesta negativa o
con resultados que no son los esperables, surgen pensamientos tales
como: “No sirvo para esto, no lo voy a lograr, otros tienen mejor suerte
que yo”. Es conveniente cambiarlos por pensamientos más adecuados y
positivos: “Lo voy a lograr, tengo cualidades para hacerlo, seguiré
insistiendo”.
Y si llegaran a persistir las respuestas adversas, identificar qué
aspectos del proyecto o de la personalidad habrá que modificar para
logar aquello propuesto.
Para finalizar, hay que proponerse pequeños objetivos, eliminar las
excusas y tener pequeñas acciones todos los días para provocar el gran
cambio que se está buscando.
Tenemos que recordar siempre que los grandes cambios se componen de pequeñas acciones diarias.
En ocasiones, algunas personas sienten que no tienen herramientas y
recursos para cumplir con proyectos que se proponen. Por ejemplo,
desarrollar un trabajo nuevo, recibirse de una carrera universitaria o
tener un trabajo independiente de manera exitosa. Esas
creencias les hacen sentir miedo, desconfianza, etc. y se paralizan.
Otras veces, se proponen objetivos inalcanzables, en plazos
imposibles y, ante el primer obstáculo, descreen que puedan cumplirlo y
abandonan sus proyectos.
Por eso es importante:
- Desglosar nuestro objetivo, en pequeñas tareas diarias. De esta manera, mi autoestima se afianzará al aprobar cada una de ellas.
- Descartar las excusas que me impongo para no hacer: ellas solo me permiten obtener los mismos resultados e impiden que cambie y me desarrolle.
- Creer en mis potencialidades, reconociendo diariamente mis cualidades positivas y lo que puedo lograr.
- Cambiar mis creencias negativas por aquellas que potencien mi conducta.
- Pedir ayuda en el caso de ser necesario.
Cursos para pasar de la inacción a la acción
- El poder de la autoestima
¿Piensas que los logros de los otros son más importantes que los
tuyos? Emociones. Metas. La mirada de los otros. Aprender a decir “no” y
poner límites.
¿Cómo lograr aquello que tanto queremos pero no logramos obtener? ¿Cuáles son los obstáculos que me traban?
Un espacio donde
identificar las falsas creencias que nos limitan
y nos impide avanzar. Como desarmar las propias estructuras, las
críticas internas y la constante búsqueda de aprobación del otro.
Consultas: Instituto de Psicología Argentino (Inepa): 4777–6300 o
info@institutoinepa.com.ar
Asesoró: licenciada Cecilia Lotero (MN 37589), integrante del equipo profesional de Inepa
www.institutoinepa.com.ar (infobae)