En las afueras de Burzaco, Gisela decidió ambientar su casa para llevar adelante este proyecto. “Durante el día, los animales están libres en el campo y, de noche, vuelven a los caniles amplios; ya sea por una cuestión de seguridad o para que no se escapen”, le cuenta a Popular. Junto con un grupo de voluntarias, se encarga de diversas labores, entre ellas alimentarlos, llevarlos a castrar, curarles diversas heridas y realizar consultas en veterinarias de la zona.
“Siempre salimos a buscar animales en los lugares más necesitados o ayudamos a quienes no tienen los medios necesarios para castrarlos”, comenta Gisela sobre su tarea. Y continúa en su relato: “Si no lo hago yo u otra gente, los perros terminan sufriendo y muriéndose. Muchas veces pienso que no puedo seguir rescatándolos de la calle, pero cómo hago para hacer de cuenta que no los vi. Tengo que agarrarlos. Después veo cómo los curo y les doy de comer”.
Tanto Gisela como sus voluntarias advierten que en el Conurbano “hay mucho abandono y maltrato de animales”. Y los números lo confirman: según datos del Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires publicados meses atrás, la cantidad de perros en situación de calle supera los seis millones en territorio bonaerense. A nivel nacional, la situación es aún más alarmante, ya que la cifra se encuentra por encima de los 20 millones.