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Paul McCartney en el Campo de Polo: noche de rock y amor

El británico reunió en el Campo de Polo a 60 mil personas que estallaron ante cada clásico y lo ovacionaron durante toda la noche. El beatle les dedicó temas a su mujer Nancy, a los derechos civiles, a Lennon y Harrison.
“Vamos a hacer canciones de amor”, dijo apenas pasados diez minutos de la hora anunciada para el comienzo del show el señor inglés que enamoró a generaciones con su música, desde los inoxidables Beatles. Paul McCartney brindó anoche un espectáculo notable en su cuarta visita a Buenos Aires, a partir de las 21.10 y ante una multitud calculada en 60 mil personas, que lo ovacionó y coreó mucho de los temas del extenso repertorio presentado en el Campo de Polo.
A las 21.10, dos bajos gigantes invadieron las pantallas del concierto e inmediatamente apareció en escena el bajista, cantante y autor del cuarteto de Liverpool: brazos en alto, jean y campera negra, camisa blanca. “Hola Argentina, qué buena onda, Buenos Aires estoy feliz de volver”, comenzó diciendo, justo antes de las promesas de amor.
El público explotó y cantó con Paul. Al terminar el primer tema, nada menos que Hard Day’s Night, avisó: “Esta noche voy a intentar hablar un poco en español”. Y cumplió porque a lo largo de toda la noche se expresó en español. En el comienzo la batería y la guitarra cumplen un rol esencial, en tanto que los vientos (trompeta, saxo, clarinete) se lucieron en reiteradas ocasiones. Paul “Wix” Wickens (teclados), Brian Ray (bajo y guitarra), Rusty Anderson(guitarra), Abe Laboriel Jr (batería) y la agrupación de vientos Hot City Horns acompañan a la estrella que en muchos pasajes luce como uno más, tocando con sus compañeros con la pasión de un recién iniciado. Wickens que ya más entrada la noche tendrá oportunidades de destacarse es el único músico que ya vino con Paul en su primera visita al país en 1993,
“Vamos a tener una buena noche acá, fiesta en Buenos Aires”, tituló el autor de Yesterday cuando veía que el entusiasmo del público no decaía y alcanzaba los picos de excitación cuando sonaban los clásicos. Antes de la primera mitad, se sacó el saco y se puso a rockear mientras la gente tarareaba.